"Hay una criminología mediática. El ser humano cotidiano, lo que vive es eso. No tenemos contacto con la realidad, salvo que alguien tenga alguna experiencia mística. La realidad es algo que se nos va formando a través de información que nos muestra pedazos, como si viésemos una película sin principio ni final. Partes sueltas. Imágenes a través de la caja idiota, no tenemos el contacto, pero claro, no tenemos el contexto, cortan el pedazo de película que se les canta". Raúl Zaffaroni
martes, 5 de noviembre de 2013
Donación, no política
Esta fue la publicidad a la que Lula hizo referencia en su artículo, traducido en el blog A la locura derecho. Queda claro el mensaje del capital financiero, dueño de los medios de comunicación, no solo la tele, sino también las empresas de celulares: La donación es la mejor comunicación, cierran la publicidad, esa es la comunicación del discurso financiero, de la antipolítica: hacé donaciones, pero no política.
viernes, 1 de noviembre de 2013
El colonialismo en el Homo videns
Dentro del ciclo
“Desde otro lugar”, de entrevistas a la Presidenta Cristina Fernández, la
mandataria argentina, al hablar del poder de los medios de comunicación nombró
a Giovanni Sartori, autor de “Homo videns. La sociedad teledirigida”, libro que
también cita Zaffaroni en sus trabajos. El autor describe la capacidad de
condicionamiento que tiene la televisión, la cuestiona desde “el retraso
cultural”, con el desprecio propio de los eurocentristas. Sartori llega a
condenar a los niños que asisten mucha televisión a ser “un adulto marcado
durante toda su vida por una atrofia cultural”. Lo antipopular de Argentina,
es efecto del eurocentrismo, si estuviéramos en Brasil diríamos está yankeesado,
lo que tenemos en común es que fuimos colonizados.
El problema de Sartori
es que es eurocentrista y como tal en su libro habla de “pueblos primitivos”.
Nosotros, los latinoamericanos, no hablamos de pueblos primitivos, son autóctonos.
La nominación domina. Denominarlos primitivos es colocarlos en un lugar y
dominarlos. Nos nombraron retrasados, primitivos, eso hizo Europa. Y de este
lado repetimos “países en vía de desarrollo”. ¿En qué vía si nos privatizaron
los trenes, los desaparecieron? Diferente a Sartori hace Zaffaroni, que nos
advierte que el discurso único en los medios es un suicidio cultural, porque
eliminamos la posibilidad de que otras formas tengan lugar. ¿De qué se trata el
imperialismo sino es del impero de una forma? Si existen quienes valoran más un
imperio que el otro, porque uno también se apropiaba de la cultura de los
colonizados y lo que consideraba valioso lo incorporaba, mientras que el otro
sólo piensa en eliminarla.
Con la televisión,
exportaron el impero de las formas. Un ejército imperial de televisores, diciéndonos
cómo debíamos vestirnos, cómo comportarnos, qué eran los políticos, qué era la
política, qué los sindicalistas y repitiendo que el aumento de salario genera
inflación, por lo que le hace mal al trabajador que le aumenten el sueldo. Sabemos
del peso que tuvo un político que trabajaba de periodista durante los noventa, para
promover las privatizaciones, divulgando una imagen criminal del Estado y sus
miembros. Un empleado público era un vago, un delincuente si hacía política en
el sindicato, quien se metía en lo público sólo pensaba en él mismo, en cómo
enriquecerse. Cuando el periodista enfermó, el Presidente fue a conducir el
programa. Qué obscenidad, faltarle el respeto a sí a la investidura
presidencial. Esa era la imagen que difundieron en los medios de América Latina
desde los cincuenta hasta la fecha. El impero colonial: lo del otro vale más
que lo tuyo, tenemos que ser como ellos y si no somos como ellos la culpa es de
uno de los nuestros que nos impide el progreso individual.
Escribió Sartori “El
término cultura posee dos significados. En su acepción antropológica y
sociológica quiere decir que todo ser humano vive en la esfera de la cultura.
Si el hombre es, como es, un animal simbólico, de ello deriva eo ipso que vive en un contexto coordinado
de valores, creencias, conceptos y, en definitiva, de simbolizaciones que
constituyen la cultura. Así pues, en esta acepción genérica también el hombre
primitivo o el analfabeto poseen cultura. Y es en este sentido en el que hoy
hablamos, por ejemplo, de una cultura del ocio, una cultura de la imagen y una
cultura juvenil. Pero cultura es además sinónimo de “saber”: una persona culta
es una persona que sabe, que ha hecho
buenas lecturas o que, en todo caso, está bien informada. En esta acepción
restringida y apreciativa, la cultura es de los “cultos”, no de los
ignorantes”. Millones de profesionales que piensan de esta manera, una persona
analfabeta no sabe ni tiene cultura. A los europeos los dominaron los griegos
con la valorización del saber intelectual, de los mantenidos por los esclavos.
Por eso podemos decir que
Sartori describe el alcance de los medios de comunicación masivos, pero no los
analiza. Porque no analiza el colonialismo, él tiene la lógica discursiva
colonialista, es un colonialista, quiere que el otro sea como él, que actúe
como él, que haga lo mismo que él, que sea culto. Qué tipo más ignorante. Ellos
tienen la cultura, lo nuestro son artesanías, lo de ellos arte. Tenemos que
reconocer el valor de nuestros
intelectuales Latinoamericanos, como Zaffaroni, como García Linera, ambos en
los cargos más altos a los que pueden llegar en el Estado. Debemos reconocernos
como hermanos con los pueblos de los países latinoamericanos, porque estamos
pasando por procesos semejantes, porque a nivel mundial lo que se está
cuestionando es el colonialismo. Los Estados más importantes del mundo están
pidiendo que se les respete la soberanía.
Sartori pertenece a la
mayoría de los intelectuales que desprecian lo popular, porque el
individualismo les impide reconocerse en el otro, solo saben diferenciarse. Es
uno de los que coloca a Perón en serie con Hitler y Mussolini, sin poder
diferenciarlos. “Damos por hecho que el máximo líder, como decimos hoy, puede
emerger de todos modos, incluso sin televisión. En sus tiempos, Hitler,
Mussolini y Perón, se las arreglaron perfectamente con la radio, los
noticiarios proyectados en los cines y los comicios. La diferencia es que
Hitler magnetizaba con sus discursos histéricos y torrenciales y Mussolini con una
retórica lapidaria, mientras que el vídeo-lider más que transmitir mensajes es el mensaje. Es el mensaje mismo en el
sentido de que si analizamos lo que dice, descubrimos que “los medios de
comunicación crean la necesidad de que haya fuertes personalidades con lenguajes
ambiguos […] que permiten a cada grupo buscar en ello […] lo que quiere
encontrar”.
Cuando leemos la
descripción de lo que Sartori llama video-lider, como si se tratara de un
video, cuando no se trata de eso, sino de qué intereses están en juego, rápidamente
pensamos en Massa. Pero si estuviéramos en Brasil pensaríamos en Eduardo
Campos. Un gobernador que era parte del frente de gobierno de Brasil, que se
fue, que ahora dice que va a mantener lo bueno, pero corregir lo malo, y nunca
dice nada. Lo que estamos viviendo son las resistencias del colonialismo ante
la liberación de los Estados Nacionales Latinoamericanos. La resistencia de
quienes no soportan que cambien las formas, que sea a nuestra forma, así como
somos, feos, sucios, malos, pero como somos. De lo que se trata el imperialismo
es del impero de una forma. Pero no es que con la Ley de Medios terminamos con
la influencia del colonialismo, pero si recuperamos tierras perdidas.
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